Dar gracias en medio de las desgracias
Durante estas semanas tuve la
oportunidad de escuchar una reflexión en la que se planteaba una interrogante
que permaneció en mis pensamientos. Conseguir una respuesta a esta se convirtió
en una necesidad. Confieso que parecía una pregunta con una respuesta sencilla;
pero para mi sorpresa, detrás de ella, Dios iba a plantear un gran
desafío.
Antes de formular la pregunta, me
tomaré la libertad de reflexionar un poco. En estos tiempos de coronavirus, los
medios de comunicación nos bombardean. Malas noticias van y vienen. Parece incluso
que cualquier tipo de esperanza es casi nula: un precio del petróleo cayendo en
picada, un escenario caótico en el ámbito económico y social, no solo en
Ecuador, sino en el mundo entero. Parece que simplemente el mundo se cae a
pedazos y todo se derrumba frente a nuestros ojos. Y frente a esto, recuerdo como
durante tanto tiempo, toda mi confianza estuvo depositada únicamente en mis
fuerzas, capacidades, habilidades o destrezas; en fin, en muchas cosas, menos
en Dios.
Volviendo a la idea inicial de la
pregunta desafiante, la voy a parafrasear ahora para ustedes: ¿Se puede dar
gracias a Dios en estos momentos? ¿Por qué deberíamos agradecer? ¿Tenemos un
corazón agradecido en este mismo instante?
Vale la pena detenerse un momento a reflexionar
en estas cuestiones. Al evaluar mi experiencia, encuentro que es muy sencillo
dar gracias a Dios cuando todo va bien. Pero el momento en que todo comienza a
derrumbarse en nuestras vidas, nos olvidamos de nuestro Padre; de Aquel que nos
ha cuidado, protegido y provisto toda la vida. Muchos podrían decir: ¿Cómo puedo
agradecer si tengo un familiar contagiado, si no tengo trabajo y mi familia no
tiene alimento? ¿Cómo puedo agradecer si en estos días de encierro estoy experimentando
la más cruda soledad? Ciertamente son tantas y tan variadas las dificultades
que estamos enfrentando, y en función de ello, resulta tan complicado ser
agradecidos. Pero quisiera compartirte algo que Dios me mostró en un instante
que me sentía, al igual que tú, lleno de interrogantes que, en lugar de
esperanzas, lo único que hacían era generar más dudas.
Al siguiente día que Dios me desafió
con estas preguntas, recuerdo que reflexionaba sobre mi devocional diario
basado en el Evangelio de Juan, capítulo 6, versículos del 1 al 15. En ese
proceso, me encontré con un pasaje que describe a Jesús dirigiéndose hacia el
otro lado del mar de Galilea, y detrás de Él, una gran multitud que lo seguía
por los milagros que había hecho. Y Jesús, al ver la multitud, planteó una
pregunta muy interesante y de similar naturaleza a la que llegó a mí. Él
preguntó:
‘‘… ¿Dónde vamos a comprar pan para
que coma esta gente?’’. Juan 6:5 (NVI)
Jesús de antemano tenía muy claro lo
que iba a suceder, pero es hermoso ver como Él tiene ese gusto particular de
plantear preguntas desafiantes para escuchar las respuestas que brotan del corazón
de quien las recibe. Normalmente, cuando pasamos por momentos difíciles, como
los que estamos viviendo actualmente, respondemos desde nuestra humanidad, desánimo,
desaliento, tristeza, amargura y tantas otras cosas. De vuelta a la historia, resulta
que Felipe, uno de los discípulos, respondió de la misma manera en que tú o yo
muy probablemente lo habríamos hecho:
‘‘Ni con el salario de ocho meses podríamos
comprar suficiente pan para darle un pedazo a cada uno’’.
Juan 6:7 (NVI)
Y aquí llega la primera reflexión que
se puede inferir de la respuesta de Felipe: Y es que nuestro desánimo es como
un virus contagioso; se transmite fácilmente a los demás. Por eso, y por los
tiempos en que vivimos, considero oportuno animarte a no compartir ni difundir malas
noticias; deja de difundir mensajes en contra del gobierno, o de generar alarma
por el desempleo, la cantidad de fallecidos por coronavirus o cualquier otra
especulación fatalista acerca del destino que le aguarda a nuestra economía. En
lugar de ello, comparte mensajes de esperanza, de bendición y las buenas
noticias del Evangelio de Salvación por gracia. El adoptar la posición
equivocada al respecto, solo hará que tu corazón y el de los demás se llenen de
incertidumbre, depresión, intranquilidad, desesperanza y odio contra los
gobernantes.
Regresando al relato, podemos ver que
ese desánimo se transmitió a Andrés, quien en el versículo 9 dijo:
‘‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco
panes de cebada y dos pescados, pero ¿QUÉ ES ESTO PARA TANTA GENTE?’’.
Juan 6:9 (NVI)
Esta respuesta es como oír a un Andrés
diciendo: “Más claro, aquí no hay esperanza no podemos hacer nada, así que cada
uno coja sus cosas y vámonos de aquí”. Cómo podríamos, en nuestra lógica humana,
censurar a un Andrés que desconcertado se preguntaba: ¿Qué podemos hacer con apenas
cinco panes y dos peces, para alimentar a cinco mil personas? Y para entender
aún más su desconcierto, cabe recordar que, en el contexto histórico, esta
cifra de 5000 personas reflejaba únicamente a los varones adultos que estaban
en ese lugar; no contaba a mujeres y niños.
Pero finalmente llegamos al versículo clave
que nos abre los ojos y deja una enseñanza.
‘‘Jesús tomó entonces los panes, dio
GRACIAS…’’. Juan 6:11 (NVI)
Lo que pasó después solo puede
describirse como increíble y sobrenatural, porque no faltó alimento para
ninguno; se repartió la comida hasta que todos queden saciados e incluso ¡recogieron
doce canastas de lo que sobró! ¿Qué acción clave es la que desencadenó este
maravilloso milagro?
Sin duda, el Señor pone en mi corazón
compartirte, que cuando estamos en medio de momentos abrumadores en los que aparentemente
no hay solución o escapatoria a simple vista, UN CORAZÓN AGRADECIDO puede hacer
la diferencia y cambiar el destino de absolutamente todo. Precisamente, eso vemos
que sucedió según nos relata el pasaje. Algo que en nuestra lógica y fuerzas
era imposible conseguir, tuvo un giro sobrenatural desencadenado por un Jesús que,
con un corazón agradecido, hizo que las puertas del cielo se abran para desplegar
una provisión sobrenatural de lo alto, marcando así la diferencia y dándoles a
sus discípulos una gran enseñanza sobre el poder de la gratitud.
Donde existe un corazón agradecido,
hay esperanza. La palabra de Dios dice: ‘‘Dad gracias
en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús’’. 1
Tesalonicenses 5:18 (RVR1960). Claramente
la palabra nos exhorta a dar gracias SIEMPRE y no solo cuando las cosas van
bien, pues ahí, es muy sencillo. ¿Qué sucede cuando tienes un corazón
agradecido? La respuesta es que abres la puerta para que la Mano de Dios obre de
maneras indescriptibles y las cosas imposibles, se vuelvan una realidad. Puesto
que Dios es el Dios de los imposibles, ¡no dudes! DIOS NO MIENTE. Él ha hecho numerosas
promesas en Su Palabra y las cumple, hoy, mañana y siempre.
¿Quieres que Dios
obre en tu vida? Si tu respuesta es, “sí quiero”, pues agradece en estos
momentos. Los humanos por naturaleza tendemos a la queja, inconformidad e
ingratitud. Pero, si examinas cuidadosamente, podrás ver cuántas veces Dios ya
te ha provisto de aquello que realmente es necesario en tu vida. Después de
todo Jesús dijo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los
que le pidan?” Mateo 7:11
(RVR1960)
Es verdad que el
futuro es incierto. Pero ésta no es una situación nueva. Nunca lo ha sido. Es
por eso mismo que Jesús nos enseñó que debemos vivir un día a la vez y a ser agradecidos
por todo lo que el Padre nos da. Muchas corrientes de este mundo nos enseñan
que debemos dejar de ver el vaso medio vacío y comenzar a ver el vaso medio
lleno. Te preguntarás a qué me refiero con esto, permíteme explicarte. Cada día
nos levantamos a regañadientes a trabajar un día más, mientras que hay gente
que se levanta a buscar trabajo. Te quejas y desprecias el alimento de hoy,
mientras que hay gente que, este mismo día, no tendrá alimento, para ellos ni
su familia. Estás harto de tu familia, mientras que hay personas allá afuera
abandonadas, que darían todo por el abrazo de un familiar. Estás cansado de
permanecer en casa, mientras que hay gente que hoy dormirá en la calle. Tú
tienes todas tus comodidades, una cama, una cobija, mientras que otros solo
tienen un cartón para descansar en una calle. Preferirías estar muerto que
permanecer en esta condición, mientras que cada día gente lucha por sobrevivir,
y ejemplos hay muchos.
Pero cuando Dios es
parte de nuestras vidas, aquel vaso, que representa el recipiente de nuestro
corazón, simplemente está lleno y completo. Pues Él ha prometido suplir todas
tus necesidades. Así que, si te aferras y CONFÍAS en Su palabra, el
cumplimiento de las promesas será una realidad en tu vida.
¿Debemos entonces, agradecer
en estos momentos de cuarentena y coronavirus, a pesar de todo lo que vemos en
las noticias? De todo corazón te digo que sí. ¿Quieres recibir sanidad? ¿Crees
que Dios puede suplir tu necesidad económica, física, emocional? ¿Tienes la
certeza de que Dios está obrando en medio de este tiempo?
No solamente creo,
sino que tengo la certeza de que Él, en virtud de Su naturaleza y Sus promesas,
ciertamente está obrando. Por eso yo le agradezco, aun cuando no entiendo el porqué
de esta situación. Quienes tenemos a Cristo como nuestro Señor y Salvador
personal, solamente necesitamos saber que somos Sus hijos amados, y que cuando
le creemos y clamamos a Él, Su bondad y amor será lo que le muevan a responder
y suplirá inequívocamente. Un corazón agradecido en Sus hijos es lo que Dios
anhela; así que es tiempo de dejar la queja a un lado; de impedir que la duda e
incertidumbre gobiernen nuestras vidas. Como manifesté al inicio, cosas
maravillosas, e incluso sobrenaturales, pueden suceder cuando Dios halla en
nosotros un corazón agradecido. Esa gratitud hizo que los panes y peces se
multipliquen sobrenaturalmente, que Lázaro resucite de los muertos, que gente
enferma, que se acercó a Jesús con un corazón confiado y agradecido recibió sanidad
de parte del Maestro. Con un corazón confiado y agradecido, vemos al pueblo de
Dios contemplando las murallas de Jericó caer de manera inexplicable, y cómo el
Jordán y el Mar Rojo se abrían delante de sus ojos para cruzar. Vemos a un
profeta Elías agradecido al ver el holocausto consumirse gracias al fuego del
cielo que Dios proveyó para acabar con los profetas falsos de Baal; a un Josué
confiado y agradecido abriéndose paso y conquistando la Tierra Prometida; a un David
que derrotó a Goliat, un gigante que atemorizaba a todo el pueblo de Dios. Este
último ejemplo es perfecto para plantear esta pregunta simbólica: ¿Cuál es tu gigante
en este momento?, ¿qué te hace pensar que Dios no puede obrar hoy? No puedo
hacer suficiente énfasis en que la CONFIANZA y GRATITUD son las llaves maestras
que, operando juntas, hacen que las puertas de los cielos se abran.
No permitas que tu fe
y tu confianza se debiliten en este tiempo. Dios es el mismo ayer, hoy y por
los siglos. A Dios le agradan quienes son agradecidos delante de Él y, por el contrario,
se entristece cuando la queja, inconformidad e ingratitud no hacen más que
poner en tela de duda Su amor y fidelidad. La próxima vez que estés tentado a
declarar queja, piensa por un momento en tantas otras personas que anhelarían
tener al menos algo de lo que tú tienes, y que, aun delante de tus ojos, quizás
no puedes verlo como resultado de la bruma y distorsión que produce la
ingratitud.
Recuerda; DIOS ESTÁ
OBRANDO, AGRADÉCELE, Y DESDE EL FONDO DE TU CORAZÓN, CRÉELE
Muy sabias palabras basadas en el libro más importante de nuestras vidas. Agradecer a Dios por cada situación de nuestras vidas y confiar en él es lo que nos llena de paz y de fuerza para salir de cada situación que se nos presentan.
ResponderBorrarDios nunca nos abandona y está en control de absolutamente todo. Gracias por leer nuestro blog, estos comentarios nos animan a seguir compartiendo la palabra de Dios.
BorrarHay veces en que el Señor Jesús se presenta en personas, textos, detalles y más, es ahí cuando tu te puedes dar cuenta que siempre esta presente en cada uno de tus momentos y también es para alentarte cuando tus fuerzas se van agotando y para decirte como a Lázaro levántate y sigue adelante. Gracias por compartir este mensaje que llega como un manantial a mi corazón.
ResponderBorrarDios sabe como hace las cosas, Él está en control de todo a pesar de que no podamos verlo. Él nunca nos desampara. Nos alegra que esto ayude en su vida, toda la gloria y honra sea para Dios.
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