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Mostrando las entradas de abril, 2020

Dar gracias en medio de las desgracias

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Durante estas semanas tuve la oportunidad de escuchar una reflexión en la que se planteaba una interrogante que permaneció en mis pensamientos. Conseguir una respuesta a esta se convirtió en una necesidad. Confieso que parecía una pregunta con una respuesta sencilla; pero para mi sorpresa, detrás de ella, Dios iba a plantear un gran desafío.  Antes de formular la pregunta, me tomaré la libertad de reflexionar un poco. En estos tiempos de coronavirus, los medios de comunicación nos bombardean. Malas noticias van y vienen. Parece incluso que cualquier tipo de esperanza es casi nula: un precio del petróleo cayendo en picada, un escenario caótico en el ámbito económico y social, no solo en Ecuador, sino en el mundo entero. Parece que simplemente el mundo se cae a pedazos y todo se derrumba frente a nuestros ojos. Y frente a esto, recuerdo como durante tanto tiempo, toda mi confianza estuvo depositada únicamente en mis fuerzas, capacidades, habilidades o destrezas; en fin, en mu...

Hasta que raya el alba

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El antiguo testamento está lleno de historias inspiradoras y edificantes. Hoy quiero recordar una de ellas, que quizá muchos la hemos escuchado. El libro del Génesis, desde el capítulo 25 hasta el 32, nos narra la historia de una mujer llamada Rebeca, quien era estéril. El relato revela que su esposo Isaac fue escuchado por Jehová, quien tenía como petición que le concediera a Rebeca su esposa un hijo; y ciertamente Dios escuchó, ya que, en lugar de un hijo, Dios les regaló mellizos, quienes, desde el vientre de su madre, luchaban por la primogenitura, condición que en el contexto hebreo era de suma importancia, especialmente por los derechos que de ella se derivaban. Cuando llegó el día del alumbramiento, Esaú fue el primero en nacer, aunque casi inmediatamente después, y agarrado del talón de su hermano, nació Jacob. Ambos crecieron y el anhelo de la primogenitura que Jacob tenía prevalecía fuertemente, a pesar de conocer que eso le pertenecía por derecho a su hermano Esaú...

Amor sin condición

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En la entrega anterior, les conté porqué este blog se llama “El manto del Maestro”. En esta ocasión quiero contarles sobre aquello que me motivó a crear este espacio.                        Me permito compartir con ustedes mi experiencia y como ésta se refleja en una hermosa historia narrada en el Evangelio de Lucas, capítulo 7, versículos del 36-50. El pasaje habla sobre un fariseo llamado Simón, quien invitó a comer al Maestro Jesús en su casa. Parafraseando un poco el relato, la historia cuenta que una mujer, que no tenía buena fama, se enteró que el Maestro estaba comiendo en la casa de este fariseo y fue en busca de Él. “ La mujer entró y se arrodilló detrás de Jesús, y tanto lloraba que sus lágrimas caían sobre los pies de Jesús. Después le secó los pies con sus propios cabellos, se los besó y les puso el perfume que llevaba ” . Lucas 7:38 (TLA) ...

El Manto del Maestro

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Muchos de ustedes tal vez se pregunten, ¿por qué este blog se llama El Manto del Maestro? Este blog nació en el corazón de un siervo de Dios y está inspirado en una de las más bellas historias de amor que nos presenta la Biblia, y que he tenido la oportunidad de vivir en carne propia, en mi realidad y contexto. Este hermoso pasaje se encuentra en el Evangelio de Lucas 8, versículos del 42-48, y describe a Jesús caminando, durante Su tiempo de popularidad, al decir:  “…Y mientras iba, la multitud le oprimía”.   Lucas 8:42 (RVR1960) Después de salir del territorio de los Gadarenos, de vuelta a Su ciudad base, Jesús fue recibido por una multitud que lo esperaba. Aquí entra en escena un hombre llamado Jairo, descrito como un principal de la sinagoga local, quien vino a Su encuentro para pedirle que hiciera un milagro con su hija que estaba muriendo. El pasaje que me inspiró a crear y nombrar el blog, narra lo sucedido mientras Jesús iba de camino a casa de Jairo. E...

Regresando a casa

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Atravesamos un tiempo de encierro en nuestros hogares, a veces sin hallar qué hacer. Sintiéndonos a ratos presos en nuestro propio hogar; lo que me lleva a  pensar cómo estando en casa podemos a veces percibir de tal manera el encierro, a pesar de tener una familia, alimento, comodidades y tantas actividades productivas que podrían merecer nuestro tiempo y nuestra dedicación. Ahora pienso, ¿cómo será la vida de una persona privada de su libertad? ¿Qué se sentirá permanecer encerrado en una celda minúscula repleta de gente y tener, cada día, que levantarte y luchar por sobrevivir? ¿Cómo será estar en ese lugar donde evidentemente una muestra de amor no es muy usual? Saber que dispones apenas de una pequeña ración de alimento, que muchas veces no llega. Despertar sin alguien a tu lado que te apoye, que te pueda consolar en esos momentos difíciles. Es una realidad triste y dura, que conmueve mi corazón al atravesar mi mente. Ahora que lo pienso, sentirse así no es prec...